Article
Spanish
ID: <
10.4000/criticon.6799>
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DOI: <
10.4000/criticon.6799>
Abstract
Aunque con menos frecuencia que en el teatro áureo, el intercambio de ropajes entre los dos sexos también aparece en la novela corta de la época barroca. Como se ha señalado para el teatro, la productividad del motivo es más limitada cuando es el hombre quien se viste de mujer, por más que este tipo de estratagemas estuviese avalado desde antiguo por varias tradiciones. Castillo Solórzano es, en este sentido, hijo de su tiempo, pues el motivo del hombre vestido de mujer rara vez supera el componente humorístico, y solo muy tangencialmente se recurre a él con finalidad erótica, siempre conforme a patrones conservadores y nunca como travestismo, al menos como se entiende este modernamente.