De todos es sabido que el hombre es un compuesto de animal e inteligencia que posee la capacidad de absorber las diferentes realidades que le rodean hasta amoldarlas para sí o para los demás. Desde la perspectiva de la recepción de realidades se encuentra una que se ajusta casi por entero a la lógica mental y al uso de la razón: el lenguaje. ¿Es el lenguaje el que hace al hombre o el hombre el que hace al lenguaje? La filosofía lingüística de las últimas décadas ha demostrado que el aprendizaje de una determinada lengua y de sus diferentes realidades va acompañado a la vez de un aprendizaje o de una madurez personal que nunca es el mismo en todos los casos pero que sí se puede contextualizar en las múltiples sociedades de hoy día. ¿En qué medida influye el lenguaje en el proceso de realización mental e intelectual de una persona? En este punto, el hombre adquiere unas destrezas comunicativas que, preferentemente, se desarrollan a través del habla y de la escucha de otras destrezas comunicativas. El estudio diacrónico de los hábitos comunicativos ha quedado obsoleto debido a los rápidos cambios sociales y contextos lingüísticos que provocan a su vez un mayor crecimiento en cuanto al volumen de los pequeños estudios del lenguaje en su nivel sincrónico. Partiendo desde la primera etapa del nacimiento hasta la de la vejez, el artículo expone una serie de acontecimientos sociocomunicativos relacionados todos ellos con el lenguaje, y la capacidad que el hombre posee para situarse en figura receptiva de tales fases lingüísticas reflexionando en cada de una de las etapas vitales y buscando las causas y las consecuencias de dicha recepción.