Article
Spanish
ID: <
10670/1.5jfzvz>
Abstract
El terror como género ha ido permeando en estos últimos años la narrativa argentina actual: el fantasma y el zombi son personajes propios del terror literario y cinematográfico que han sido reorientados hacia lecturas políticas, ya sea del pasado nacional vinculado al terrorismo de Estado o bien en clave biopolítica. Coexiste con estas propuestas una nueva forma de narrar en la que lo ominoso irrumpe con la recuperación de viejos temas de la narrativa de terror (ocultismo, satanismo, presencia de lo monstruoso sobrenatural, leyendas populares) en un marco narrativo complejo, pleno de autorreferencialidad y de guiños paródicos que conviven con ese efecto de horror que parece incompatible con la razón. Es el caso de algunas novelas y cuentos de Luciano Lamberti y de Celso Lunghi. Mariana Enriquez y Samantha Schweblin han abierto un camino en ese sentido. En Me verás volver (2013) y Seis buitres (2016), las dos novelas de Celso Lunghi de las que me ocuparé, hay un giro que combina un interés -no tan visible en los demás autores- por la violencia tanto social como familiar y por reflexionar los modos de narrarlas.