Article
Spanish
ID: <
http://hdl.handle.net/10261/9466>
Abstract
Las teorías más difundidas sobre el nacionalismo suelen prestar una atención cuanto menos tangencial a esta experiencia en el entorno iberoamericano.1 En el mejor de los casos, la construcción de Estados e identidades nacionales en el mundo hispánico se ha interpretado como el efecto secundario de las revoluciones ilustradas dieciochescas sobre una potencia colonial en irremisible decadencia. En el peor, y a causa del ciclo de dependencia en que entraron semejantes entidades poscoloniales, se ha rechazado que se las pueda catalogar inicialmente y sin mayores reparos bajo el epígrafe de estados nacionales. Unas y otras perspectivas se han visto reforzadas por la falta de aspectos historiográficos propios y por la naturaleza segmentaria de los importados.