Pocos días después de conocer las noticias sobre el incendio que en 1903 arrasó la antigua villa de recreo que la emperatriz Eugenia poseyó en Biarritz, su tristeza ante la desaparición del que fue uno de los edificios más emblemáticos de su reinado. Como ella misma indicaba, con anterioridad al fuego de la villa de Biarritz habían sucumbido ante las llamas los palacios de las Tullerías y de Saint-Cloud -a pesar de que dos palacios tan significativos del reinado del último Bonaparte como son los de Fontainebleau y Compiègne permanecen a día de hoy intactos-. Se olvidó la emperatriz de un tercer edificio desaparecido, el conocido como hôtel d’Albe -hotel de Alba en español-, adquirido por ella misma con la intención de destinarlo a las estancias de su familia en la capital francesa.