Article
Spanish
ID: <
oai:doaj.org/article:e7be60a7b20740a5baa4cc268c9559c7>
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DOI: <
10.17230/co-herencia.14.26.2>
Abstract
En su célebre viaje a las mansiones celestes, encontró Mahoma en el sétimo cielo “compuesto todo de clarísima luz, un ánjel de setenta mil cabezas; cada cabeza tenía otras tantas bocas, cada boca setenta mil lenguas, i cada lengua hablaba setenta mil idiomas con que alababa las glorias del Señor.” ¿Por qué no existe en el Mundo de Colon un políglota semejante que dia i noche pregone las alabanzas i las glorias de la paz? Podrá observárseme que este vocero celestial seria innecesario, no habiendo hoi en el Nuevo Mundo quien no conozca la necesidad i las ventajas de la paz. Tal observacion careceria desde luego de fuerza. Que el ánjel de la paz pudiera en nuestras Repúblicas predicar en un desierto, se concibe; pero que su voz no fuese necesaria en ellas, puede al ménos ponerse en duda. Los hispano-americanos, en teoría todos somos partidarios de la paz; pero en la práctica, es lo cierto que la paz desaparece frecuentemen te, sin saberse cómo, de entre las manos de sus amigos entusiastas.